Quinientos escalones nos separaban del templo de los monos. A mitad del trayecto empezamos a echar en falta la respiración, cientos de monos saltaban de roca en roca. El paisaje rocoso modelado durante miles de años por el calor y la erosión del viento resultaba impresionante desde arriba cuando lo contemplamos con la puesta del sol. En la cima, el barbudo sacerdote (o lo que sea) daba de comer a los monos mientras nos deleitábamos con el paisaje.

Hampi, poderosa capital del imperio Vijayanagara, lugar sagrado para los indues resulta un pequeño paraiso donde si no tienes cuidado te puedes quedar para siempre.
- Yo creo que con un par de dias es suficiente - dijo Dan mientras observaba a los verdes arrozales
- Tienes razón - dijo David en la misma situación... Han pasado cuatro días desde que llegamos aquí y ahora nos parece que podríamos quedarnos mas de 15. La relajada atmosfera del lugar, mezclada con la espiritualidad hindú hace que el tiempo pase sin que te des cuenta.
El recinto de la antigua ciudad de Hampi, cuyo apogeo data del siglo XIV, aunque posee ruinas del siglo V, abarca 26 km cuadrados y se aloja en un entorno rocoso que se extiende hasta donde la vista no alcanza a las orillas del del vaye del rio Tungabhabra. Fué declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1986. Simplemennte impresionante y bello, visita totalmente recomendable para cualquier viajero por la India.