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No nos cabe la menor duda de que éste es el país de los vegetarianos. El sur de la India significa arroz. Dosai e idli (cocinados a base de arroz) sus desayunos por excelencia y por supuesto su acompañamiento currys de verdura. Inmensos campos de arroz forman el paisaje y justifican la base de la cocina del estado de Tamil Nadu.
Extraño seria encontrarse en España carteles que anunciaran que nos encontramos en un restaurante "no vegetariano" y que puedes comer pollo o cordero además de los siempre presentes platos vegetarianos. Ésto al principio está muy bien pero cuando llevas cerca de dos meses comiendo verduras, el cuerpo comienza a pedirte carne. Mas si tenemos en cuenta que procedemos de la tierra del cerdo ibérico y el jamón.
Cuando pensamos en las raciones de secreto que nos cansaron en mas de un bar de tapas comenzamos a segregar saliva (gluup!...trago de carnívoro hambriento) como si fueramos un grifo abierto. No quiero imaginar un chuletón con su hueso... rojo en el centro... gritando cuando pinchas el tenedor... mis instintos de animal depredador comienzan a despertar como si fuera primitivo. Por la calle de éste pueblo pululan numerosos cerdos, que ¡vaya casualidad!, son morenitos y recuerdan a nuestro querido cerdo de patita negra. Cuando los observo caminar lo que veo son dos jamones y dos paletitas soportando un cochinillo al horno moviendo sus cachitas con una manzanita en la boca...
Mejor voy a dejar de escribir estas lineas antes de que tire el ordenador por la ventana y salga a cometer un crimen. Me voy a cenar... nuestro habitual y sabroso puri con verduras.
Extraño seria encontrarse en España carteles que anunciaran que nos encontramos en un restaurante "no vegetariano" y que puedes comer pollo o cordero además de los siempre presentes platos vegetarianos. Ésto al principio está muy bien pero cuando llevas cerca de dos meses comiendo verduras, el cuerpo comienza a pedirte carne. Mas si tenemos en cuenta que procedemos de la tierra del cerdo ibérico y el jamón.
Cuando pensamos en las raciones de secreto que nos cansaron en mas de un bar de tapas comenzamos a segregar saliva (gluup!...trago de carnívoro hambriento) como si fueramos un grifo abierto. No quiero imaginar un chuletón con su hueso... rojo en el centro... gritando cuando pinchas el tenedor... mis instintos de animal depredador comienzan a despertar como si fuera primitivo. Por la calle de éste pueblo pululan numerosos cerdos, que ¡vaya casualidad!, son morenitos y recuerdan a nuestro querido cerdo de patita negra. Cuando los observo caminar lo que veo son dos jamones y dos paletitas soportando un cochinillo al horno moviendo sus cachitas con una manzanita en la boca...
Mejor voy a dejar de escribir estas lineas antes de que tire el ordenador por la ventana y salga a cometer un crimen. Me voy a cenar... nuestro habitual y sabroso puri con verduras.
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