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Cuenta la historia que un rey llamado Anawratha fue convertido al Budismo por Shin Arathan, un monje originario del estado Mon del sur de Myanmar para extender el Budismo por todo el pais. Tan exitosa fué su labor que se convirtió un su pesadilla pues Anawratha se hizo tan ferviente seguidor de Budda que quiso para la capital de su reino, Bagán, todas las escrituras sagradas y reliquias que éste poseía. Por supuesto el rey del estado Mon se negó así que Anawratha envió todas sus tropas a saquear el estado del sur y se apoderó de todo lo que tenía valor para su ciudad.
Bagán
Pagoda Sunset
Monje sobre la Pagoda
Su fé se hizo tan fuerte que quiso construir lo que budda se merecía así que rodeado de arquitectos comenzó a construir templos y templos convenciendo a sus sucesores y consiguiendo que en 200 años se construyeran 4446 templos de los cuales, debido al terremoto del año 1975 queden en pié alrededor de 2100.
Llegamos a Bagán después de 12 infernales horas de autobús a mas de 45 grados, con el motor recalentado, únicamente refrigerado por el agua que echaba al motor en cada parada el conductor del cacharro con ruedas. El paisaje árido y polvoriento pedía a gritos un poco de agua para calmar su sed, sed acentuada por nubes negras que amenazaban tromba de agua y que solo dejaron tormenta de arena.
Aventureros nosotros alquilamos unas bicicletas para pasear por el viejo Bagán, ciudad cuyo explendor se alcanzó por el año 1100 y cuyo tamaño es igual a la isla de Manhattan. Maravillados por la belleza del paisaje pedaleamos hasta una de las pagodas a las que se puede acceder a la cima. Solos, en lo alto de la pagoda, Bagán, salpicada de cientos de estructuras puntiagudas de ladrillo se hizo mágica, preciosa de color rojizo ante una de las mas espectaculares puestas de sol que hemos visto hasta ahora, con un enorme sol brillan do en el horizonte sobre el rio Ayeryavadi.
Aventureros nosotros alquilamos unas bicicletas para pasear por el viejo Bagán, ciudad cuyo explendor se alcanzó por el año 1100 y cuyo tamaño es igual a la isla de Manhattan. Maravillados por la belleza del paisaje pedaleamos hasta una de las pagodas a las que se puede acceder a la cima. Solos, en lo alto de la pagoda, Bagán, salpicada de cientos de estructuras puntiagudas de ladrillo se hizo mágica, preciosa de color rojizo ante una de las mas espectaculares puestas de sol que hemos visto hasta ahora, con un enorme sol brillan do en el horizonte sobre el rio Ayeryavadi.
Bagán
Pagoda Sunset
Monje sobre la Pagoda
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