Live as though you were going to die tomorrow, learn as though you were going to live forever -

Vive como si fueras a morir mañana, aprende como si fueras a vivir para siempre

Ghandi


Piensa, cree, sueña y atrévete.

Think, believe, dream and dare.

Walt Disney


2:31 |
Conocimos a Mitsuro en el Okinawa ghest house de Yangón. Nos había invitado a mostrarnos Tokio. No sabíamos muy bien si llamarle o no. Nos había dejado su tarjeta de visita por si algún día nos animábamos a visitar su ciudad, pero después de dos días en la ciudad no nos lo pensamos ni un momento mas. Barrios tecnológicos, personajes disfrazados de animación manga, otros con máscaras o vestidos de época, la tradición del rickshaw tirado por humanos, bonsais y rascacielos... no podíamos dejar de conocer la ciudad con alguien local.
Tras una breve conversación telefónica, nuestro amigo, agradecidísimo de que nos hubieramos acordado de el, nos propuso venir a buscarnos al hotel con un par de amigos. Probamos una inmensidad de platos totalmente desconocida para nosotros, aperitivos tipo tapa, pinchos de carne de todos los tipos, pescado crudo y deshidratado y por supuesto todo, absolutamente todo delicioso. Al contrario de lo que uno se imagina, la cocina japonesa no es solo pescado crudo o "sushi" y puede resultar en ocasiones muy familiar en sabor.

Habitualmente la gente piensa que la ciudad es muy cara. En realidad no es así, podría compararse en precios con Londres o París, que son ciudades caras, pero también puedes tomarte un menú de mediodia por menos de 5 euros.Paseamos por diferentes barrios, cada uno un mundo nuevo y diferente, salimos de marcha haciendo botellón, vimos tradiciones milenarias en los templos, en definitiva disfrutamos al máximo de la que hasta el dia de hoy es nuestra ciudad preferida en el mundo.

Os dejamos un video de uno de nuestros paseos por Tokio y algunas fotillos.




Video

Comiendo sushi

Comiendo sushi

Con Mitsuro, sus amigos y Ana y Fer!! (nuestros amigos de Camerun)
9:00 |
Uuuff!! necesito ir al baño... llevábamos varias horas de viaje y habíamos llegado a nuestro hotel, baño compartido, estaba impecable, escrupulosamente limpio. Sentado en la taza comenzé a notar un calorcito agradable en mis posaderas, algo se había puesto en marcha. A mi derecha una especie de reposabrazos con una gran cantidad de botones, el control de mandos del vater... varios iconos me indicaban de manera bastante intuitiva lo que iba a suceder si los pulsaba. Tenía que probar eso, no tenía muy claro que es lo que iba a ocurrir pero me tiré al barro... de repente un chorro de agua calentita hacia diana en mi culo, la sensación no era demasiado agradable, en la consola de mandos del vater espacial habia dos botones que parecía que controlaban la presión del chorro, y así fué regulé la presión y a continuación se ejecutó la descarga del tanque... habíamos llegado a Japón.
1:24 |
Ping pong show?... tuk tuk?... Where are you going?... cheap room sir?... son las 4 de la mañana, borrachos, vendedores y colgados se reunen en Khaosan road para bailar ritmos de Bob Marley... singing dont worry, about the thing... cause every little thing, is gonna be alright. Hemos vuelto a Bangkok. Como de de costumbre el Peachy ghest house está lleno, probablemente el alojamiento mas barato en la capital tailandesa... 180 baths la noche, unos 4€ por una habitación basica y sencilla. Hemos vuelto a la que durante nuestra aventura por el sudeste asiático se ha convertido en nuestra casa. La ciudad que nunca duerme, en ocasiones hortera y en otras encantadora, nos recibe con su habitual cara. Lady boys acobardando a adolescentes británicos, seven eleven con desayunos baratos y decenas o centenas de puestos callejeros de comida nos acojerá durante nuestros 4 últimos dias de nuestro viaje por el alucinante sudete asiatico.
Sentados en Rambuttri veo a lo lejos a un chico con moreno de playa.
- Que haces aqui!
- Que pasa tronko?
- Piramos pa Madrid en un par de dias. Paco y Alberto nos daban la sorpresa después de haber coindicido en Malasia. La casualidad se habia cruzado de nuevo en nuestro camino.
Igual que para nosotros y para miles de viajeros, la ciudad es el puerto de entrada y salida del sudeste asiático. Allí coincidimos con nuestros amigos Bernat y Mercé, nuestra despedida antes de su vuelo a la India y el nuestro hacia Tokio, nuestra última parada en el multidimensional continente Asiático y nuestra lanzadera hacia Centro América.
1:08 |
La luz de la mañana atravesaba las cortinas del autobus, despertábamos ante un paisaje montañoso a mas de 2500 metros de altura. El verde de la jungla y las nubes abrazando el valle que se veía debajo de nosotros nos recordaba a Africa. La estrecha y serpenteante carretera nos llevaba a Luang Prabang, la antigua capital de Laos, allá donde los franceses decidieron situar el centro de operaciones del país y que se convirtió en refugio de parisinos durante la época del protectorado. La arquitectura de la ciudad, mezcla del pasado colonial de Luang Prabang con templos budistas con mas de 500 años hizo que la unesco se haya fijado en ella y fuera proclamada ciudad patrimonio de la humanidad. Si omitimos sus monumentos y la arquitectura, la ciudad no tiene nada de interesante, salvo algunos restaurantes y bares de moda, que como es costumbre en Laos mueren a las diez de la noche, lo que la convierte en una ciudad bastante aburrida. Aparte de la belleza del centro de la ciudad y sus antiguos templos budistas (paseable en unas horas) lo interesante es la visita a unas cataratas que se encuentran a unos 35 km. Como es habitual en nosotros alquilamos otra honda wave que nos llevara hasta allí. Los saltos de agua, escondidos en mitad de la selva, forman un autentico parque acuatico natural con piscinas formadas durante millones de años en la roca caliza de color blanquecino, lo que hace que el color del agua en estas piscinas sea del color del mar caribeño... alucinante y precioso. De nuevo, la naturaleza deleitó nuestros sentidos en un paraje de ensueño.

David haciendo el mono
Cataratas de Kuang Xi
Dan refrescandose en una de las piscinas naturales
Catarata principal







1:04 |
Llegamos a Vientiane sobre las 10:00 de la mañana. La ciudad recordaba a los domingos por la mañana de Badajoz... nadie por las calles. Pero no es domingo, la ciudad comienza a despertarse sobre esa hora, cuando, el ruido del motor de algunas hondas wave comienzan a interrumpir la tranquilidad de la ciudad. La capital de Laos es el vivo reflejo de la gente del pais. "La prisa mata" dirian los marroquies y esto se lleva a rajatabla en Laos, las hamacas cualgan en las partes traseras de los tuk-tuk esperando el momento en el que no haya viajeros a los que transportar para así poder echar una cabezadita. Pero tampoco les vá la vida en conseguir clientes, algún tímido "tuk-tuk, sir? se escucha de vez en cuando, pero nada más, el contraste con cualquier capital del sudeste asiático donde vendedores y taxistas te aborban a la mínima, es abismal. Es bastante extraño porque tampoco tiene vida nocturna, de hecho, si te descuidas y llegas a cenar un poco "tarde" a eso de las de diez de la noche todo comienza a cerrarse, bares y restaurantes cumplen con su tarea diaria, y si llegas con la hora justita y están cerrando no se piensan ni un momento en decirte lo sentimos pero ya hemos terminado nuestra jornada. Conocimos en Luang Prabang a una chica que trabaja en canal sur que nos comentaba que un amigo tiene una productora en Vientiane, y que trabaja como un burro porque no encuentra gente de Laos que quiera hacer 8 horas de trabajo al dia... su jornada es a lo sumo de 5 y ya está. Nos explicaba que es porque la gente, aunque pobres, tienen para comer, a nadie le falta casa y comida (estamos en un pais comunista) y parece que puede ser una de las razones por las que les importe un rábano el dinero extranjero. Por esta razón o por la que sea la gente de Laos es especialmente tranquila, ademas de buena y simpática y nos está llegando hasta muy adentro.
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12:09 |
- ¿Man falang?
- Bo... bó
- Where?...
Comenzábamos nuestra aventura en busca de patatas (man falang en lao). Mr Póh nos había invitado a una cena tradicional con su familia y nosotros le prometimos cocinar algo español. De nuevo nuestra tortilla de patatas... nos aseguraba el éxito pues ha gustado en todos los lugares del mundo donde la hemos cocinado, además de ser de las pocas cosas que se pueden encontrar en todas partes, patatas y huevos. Facil y delicioso... ¿facil?, eso nos parecía pero teníamos un hándicap, cocina tradicional de leña (parecida a la africana) y a modo de sartén un enorme wok. Habíamos cantado victoria demasiado pronto, pensabamos que encontrar patatas iba a ser tarea facil.
Recorrimos tres diferentes pueblos en busca de las malditas patatas pero parece ser que ese día las habían vendido todas. No podíamos volver sin patatas así que nos introdujimos en lo mas profundo de una población cercana a Tad ló, la gente sorprendida y feliz de vernos nos invitaba a lao lao que nos alegraba nuestra búsqueda de las man falang. Al fin, en un puestecito diminuto del "tat tabadé" (mercado de la tarde), tras mas de tres horas, conseguimos nuestros deseados tubérculos.
A casa de Mr Póh habían llegado su tío y otros familiares con un par de cerditos vivitos y coleando. En menos de 15 minutos habían dejado de juguetear por el jardín de la casa de huéspedes, descansaban sobre sendos troncos de madera convertidos en mesa de carnicero mientras eran limpiados para la cena.
Improvisaron una enorme barbacoa donde, estirados y atados con cañas de bambú se asarían los cerditos. El aliño estaba delicioso; por lo que pude entender y nuestro olfato nos decía, prepararon un majado con ajo, limoncillo, pimienta, cilantro y lao lao que untaron a los cochinillos con una brocha también fabriada de bambú.
En dos horas estaban listos para la mesa, tiempo justo y necesario para cocinar tres enormes tortillas de patatas en la cocina de leña. De nuevo las tortillas éxito total, de hecho Póh insistió en que le explicara la receta, había prestado gran atención a como las cocinabamos y despues de probarla decidió incorporarla a la carta de su futuro restaurancito en el ghest house.
El cochinillo estaba delicioso. Sentados sobre el suelo y acompañado de sticky rice, arroz cocinado en el interior de una caña de bambú, cervecita y lao lao, disfrutamos con toda la familia, niños y mayores, de una velada maravillosa.

Os dejamos un video de la barbacoa lao.



7:49 |
El cielo amenazaba tormenta, pero nos quedaban pocos dias en la zona antes de devolver la moto y teníamos que ir a visitar una cascada secreta donde pocos viajeros llegan y que Mr Póh nos había recomendado.
- Teneis que ir dirección Salaván, contad 25 km y parad a preguntar - Nos indicó Mr Póh. En la zona pocos entienden algo de inglés así que tuvimos que aprendernos como preguntar por ella a los aldeanos de la zona.
- ¿Tad ta vadé?... ¿Tad ta vadé? - Pregunta que nadie contestaba, no sabemos si porque no nos entendían o por que no la conocían. Continuamos nuestro camino. Más adelante encontramos una gasolinera donde un joven hablaba algo de inglés.
- No conozco la cascada, pero por aquí cerca no hay ninguna, volved atrás y preguntad en el siguiente pueblo - Y eso es lo que hicimos. Tras mirar el mapa nos dimos cuenta que el lugar que nos había señalado Mr Póh estaba cerca del poblado de Viangkam, así que decidimos preguntar por él en lugar de la cascada. Esto nos llevó a un camino embarrizado, lleno de agujeros y charcos de color rojo que amenazaban con apoderarse de nuestra moto.
- ¡Vaya, hemos pinchado! - Jackson y Janie, nuestros compañeros de aventura comenzaban a tener problemas. Atrás habíamos dejado al menos 15 km de camino sin indicios de vida aunque no debía quedarnos mucho para llegar a Viangkam. Dan y yo decidimos adelantarnos para ver si encontrábamos a alguien que nos pudiera ayudar. Cerca de allí había una pequeña aldea en la que en pocos segundos nos vimos rodeados de niños alucinados por nuestra presencia.
Mediante signos y gestos conseguimos que nos dejaran una bomba para ir a buscar a nuestros amigos... no os podeis imaginar lo dificil que resulta explicarle a alguien que no entiende tu idioma que vienes con otros dos amigos en moto, que han pinchado y que en unos minutos vuelves con la bomba...
En la aldea pasamos cerca de una hora mientras localizaban a alguien que nos arreglara el pinchazo rodeados de gentes que nos examinaban mientras fumaban sus enormes puros, y niños que nos miraban, reian e intentaban imitar los sonidos que emitíamos al hablar.
Al fin, cerca del poblado donde nos arreglaron la moto, vimos una señal que parecía indicar nuestro objetivo... Sí, habiamos conseguido llegar a la catarata. El lugar, en mitad de la selva era alucinante, solos, sin nadie mas que el sonido de la jungla y el ruido del agua golpeando las rocas al caer desde al menos 18 metros de alturañ. Había merecido la pena el duro viaje hasta allí.
Comenzó a llover así que decidimos volver. El agua caía con fuerza y el camino se había convertido en una autentica pista de patinaje. El color rojo del barro era el color de nuestra piel, la moto luchaba por cruzar las piscinas que se habian formado en el camino. Empapados hasta las cejas de barro y agua de lluvia ya no nos importaba pisar el fango... Jackson y Janie cayeron un par de veces al suelo y yo... en un intento por cruzar un enorme charco perdí una chancla (vaya idea la mia... os aseguro que las chanclas no son para la jungla), no tenía otro calzado pues habíamos dejado las mochilas en Paksé para hacer la ruta en moto así que tenía que encontrar la chancla.
- Hay que meter la mano Dan... no hay forma de encontrarla tanteando con los pies - Así que nos agachamos y comenzamos a remover el fango con nuestras manos... el espeso barro se había tragado mi zapato, se lo había comido, había desparecido. Aparecieron varios niños quienes al vernos nos echaron una mano. Al fin cuando la había dado por perdida y me veía andando descalzo durante unos días uno de los niños apareció con la chancla en la mano y una enorme sonrisa inndicandome que la había encontrado.

El dia se convirtió en toda una aventura, divertida a pesar de todo y llena de sensaciones que nos dejarán un gran recuerdo de Tad Ló.













7:34 |

Nos estamos aficionando a eso de la moto. Alquilar una moto unos días nos da una libertad que no ofrece otro medio de transporte. Así que, con el depósito de nuestra Honda Wave 110cc rebosando gasolina, la moto por excelencia de todo el sudeste asiático, y con plano fotocopiado en mano nos dirigimos hacía la meseta de Bolaven para hacer una ruta de varios días.
Después de 80 km de recorrido por cascadas escondidas en mitad de la selva y aldeas tribales llegamos a Tad Lo, nuestra primera parada y lugar donde conocimos a Mr Poh, quien fué nuestro anfitrión durante unos días en su nuevo guesthouse.
Tad ló es un lugar semiparadisíaco. Rodeado de montañas y saltos de agua nos quedamos atrapados durante mas de tres días en el pueblo investigando sus alrededores con nuestra Honda Wave, poblados y cascadas donde nos refrescamos.
Dan se ha convertido en una autentica aficionada a las motos... y eso que no le gustaban. Ya me ha dicho que sin falta cuando volvamos compraremos una moto, y a ser posible nuestra fantastica Honda Wave.
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9:00 |
Llegamos a Don Det, una de las 4000 islas del delta formado por el Mekong en el sur de Laos, en la frontera con Camboya.
El tiempo se ha vuelto a detener y la gente vuelve a saludar efusívamente cuando nos cruzamos a su paso. El paisaje de cocoteros, plataneras, frutales y las playas de arena formadas en los islotes del horizonte nos hacen pensar que nos encuentramos en el mar.
De repente comienzan a sonar silvidos... sssssiiiiiiiiiiiiiiii!!!...fssssuuuuuuuuuuuuiiiiiii!!! niños y mayores se pasean por la isla lanzando cohetes caseros amenazando golpearte en uno de los zigzageantes e imprecisos vuelos que realizan animados por la llama de los mecheros. Ha llegado la estación de lluvias, estamos de fiesta, la gente con disfraces, tambores e instrumentos artesanales cantan, beben y se bautizan con Lao Lao (aguardiente casero) y recorren la isla en procesión mostrando con orgullo su dragón, un cohete de gran tamaño con el que, reunidos en el templo pedirán a Buda que las lluvias sean abundantes.

Fuimos invitados a asistir a la fiesta en el templo y disfrutamos con la gente local, bebiendo cerveza y Lao Lao y por supuesto refugiándonos de los fuegos, no os podeis imaginar lo peligrosos que se veian en las manos de los niños. Antes de lanzar los cohetes mas grandes los bautizaban con Lao Lao y los ponian en una especie de plataforma de lanzamiento fabricada de bambú, era impresionante lo lejos que llegaban, se les veía volar durante por lo menos un par de minutos en el cielo haciendo un ruido impresionante.

Hemos pasado en la isla varios dias de relax, disfrutando del sol y los baños en el Mekong. Ponemos rumbo hacia Paksé donde tenemos la intención de alquilar una moto durante unos dias para recorrer el Boulovant Plateau rodeado de montañas, cataratas y poblados tribales.


De fiesta

De romería asiática

El cohete supersónico

Lanzadera de bambú

Estela del cohete
9:02 |

De todos los que me conocen es sabida mi pasión por la cerveza. El sudeste asiático está reafirmando esa afición, desde la super fria, bien tirá y probáblemente mi preferida, la cerveza Myanmar, pasando por la Singha tailandesa o la Tiger India y acabando por otra de mis favoritas... Beer Lao... ¡joder que buena!
El otro día nos cruzamos con una chica belga que decía que no podia beber cerveza en el sudeste asiático porque claro, es belga y la cerveza belga es la mejor del mundo y esta que sirven por aquí le parece agua. Estoy de acuerdo que la cerveza belga es otro rollo, y por supuesto deliciosa, pero diferente. Venimos del pais del pincho, la tapa y la cerveza fria, porque hace calor y es lo que pega con 40 grados a la sombra y eso es lo que pasa aqui. Después de un día de pateo a 35-40 grados con humedad del 90 %, cuando me ponen esa cervecita fresquita en su vaso "gelado" como dicen en portugal se me hace la boca... cerveza.
Me quedo con la rubia fria, es cuestión de gustos, una Mahou helada, una Águila congelada, una Super Bock o una Estrella Damm extremadamente fria... me da igual, es la cerveza que me gusta aunque a otros les parezca agua. Pero mira, ahora que lo pienso... mucho mejor, así tenemos mas para nosotros.

A todos aquellos que disfrutan la cerveza rubia bien fria de barril, bién tirá y con su collarcito de espuma... SALUD!!!!