Nuestra Linda Hilda quiso demostrarnos que podíamos confiar en ella. Su corazón es aún mas fuerte del que pensábamos y su alma con mas vitalidad de la que nadie pudiera imaginar. Hippie ella nos quería llevar a las playas del pacífico,como le llaman, pues de pacífico no tiene mas que el nombre.
El camino a playa San Agustín, en las maravillosas bahias de Huatulco, Oaxaca, comenzaba dificil. Los agujeros del camino de cabras, formados por las corrientes de los rios improvisados por las lluvias de agosto, nos hicieron pensar el darnos la vuelta... - Cuando algo se ponga dificil en el camino, aunque sepas que puedes cruzar, piensa que tienes que volver por el mismo camino - Nos comentaban una pareja canadiense que viajaban con una furgo como la nuestra desde Canadá.
El lodo acumulado por las lluvias y la humedad tropical nos ponía los pelos de punta cuando Hilda rugía para decirnos que ella pasaba, aunque fuese por un camino impracticable.
- No se preocupe puéh, pasa, pasa, está cabrón pero paaasa - Nos aseguraba un aldeano de la zona.
- Está bien amigo, lo intentaremos entonces.
Lo más dificil estaba por llegar, después del zarandeo debido a los baches y al intento de esquibar los derrumbes que nos enccontrábamos en el camino se nos puso por medio un... rio, sí un río y de nuevo...
- Deeeele, deeeeele... paaaasa, esta cabrón pero paaaaasa... deeeeeele.
De nuevo nos hicimos caso y... Hilda, como se había propuesto llevarnos a la playa, pasó.
Recorrimos quince kilómetros de infarto en mas de cuarenta minutos que se nos hicieron horas para llegar a una playa salvaje, llena de vida, con olas de mas de cuatro metros rompiendo en la misma orilla. Y solos con Hilda, disfrutamos de una tarde de aventura en familia.