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El semáforo se ha puesto en rojo, miro hacia arriba buscando las indicaciones del centro de la ciudad, entretanto un chico con el torso, la cara y la ropa pintados de plateado se acerca al centro de la calzada para dar la salida. Se situa de cara a los coches, eleva la mandíbula hacia el cielo y acercándose la antorcha a la boca escupe una enorme bocanada de fuego coincidiendo con el verde del semáforo. Continuamos hacia el centro, la autopista de entrada a la ciudad se convierte en una inmensa avenida empedrada, de impresionantes edificios de piedra de estilo medieval, al estilo de ciudades como Salamanca, Cáceres, Toledo o Ávila. No en vano a la ciudad llegaron invasores de Castilla que, con órdenes de Felipe II, las diseñaron al estilo de las construcciones españolas pero en "cuadras" articuladas con plazas y soportales de arcos para facilitar la tarea de los mercaderes y comerciantes.
Ante nuestros ojos se eleva la increible catedral, hemos llegado a la plaza mayor. En ella, jóvenes enamorados, percusionistas, mariachis y payasos llenan de vida la ciudad.
Nos encontramos en la ciudad de Morelia, antigua Valladolid y que tomó su nombre en honor al revolucionario Morelos, pieza fundamental en la independencia de México de España.
Nunca hemos visto antes en nuestro viaje alrededor del mundo una ciudad tan bonita. El casco antiguo se extiende hasta donde uno no se puede imaginar, es enorme, impresionante, repleto de actividades culturales, conciertos, exposiciones y obras de teatro gratuitas durante todos los dias del año... sin palabras.
Ciertamente, por casualidad, hemos llegado a una ciudad desconocida en el mundo, no se vé ni un solo turista extranjero, nadie nos habló de ella desde que entramos en México, no se encuentra publicitada y nadie la recomienda. Las actividades están hechas para las personas que viven en la ciudad y no para los turistas, como sucede en la mayoría de las ciudades que hemos visitado.
Morelia, capital del estado de Michoacán, en el centro de México nos ha brindado unos días fantásticos en los que hemos asistido gratuitamente a conciertos, obras de teatro, hemos tomado cervezas escuchando Jazz en vivo en las terrazas del la plaza del jardín de las rosas... en definitiva... ¡Chapeau!
Ante nuestros ojos se eleva la increible catedral, hemos llegado a la plaza mayor. En ella, jóvenes enamorados, percusionistas, mariachis y payasos llenan de vida la ciudad.
Nos encontramos en la ciudad de Morelia, antigua Valladolid y que tomó su nombre en honor al revolucionario Morelos, pieza fundamental en la independencia de México de España.
Nunca hemos visto antes en nuestro viaje alrededor del mundo una ciudad tan bonita. El casco antiguo se extiende hasta donde uno no se puede imaginar, es enorme, impresionante, repleto de actividades culturales, conciertos, exposiciones y obras de teatro gratuitas durante todos los dias del año... sin palabras.
Ciertamente, por casualidad, hemos llegado a una ciudad desconocida en el mundo, no se vé ni un solo turista extranjero, nadie nos habló de ella desde que entramos en México, no se encuentra publicitada y nadie la recomienda. Las actividades están hechas para las personas que viven en la ciudad y no para los turistas, como sucede en la mayoría de las ciudades que hemos visitado.
Morelia, capital del estado de Michoacán, en el centro de México nos ha brindado unos días fantásticos en los que hemos asistido gratuitamente a conciertos, obras de teatro, hemos tomado cervezas escuchando Jazz en vivo en las terrazas del la plaza del jardín de las rosas... en definitiva... ¡Chapeau!
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