10:00 |
A las 5 de la mañana estábamos en pié. Nos dirijíamos hacia Don Det, una de las 4000 islas situadas en el impresionante rio Mekong a su paso por el sur del país, en la frontera con Camboya. Después de 3 horas de viaje desde Ban Lung teníamos que cambiar de autobús... o mejor dicho, de minibús tamaño sudeste asiático, que se trata de una mini furgoneta cuyos asientos están separados por escasos 15 cm, de manera que mis rodillas perforan la espalda del pasajero que se encuentre delante de mí, salvo que me tumbe en posición decúbito supino poniendo mis piernas sobre mi compañero de viaje, algo realmente problemático cuando al lado me toca alguien que no es Dan.
Como es costumbre en Camboya nos dejaron en la puerta de un Guest House/restaurante/agencia de viajes.
- Where are you going?
- Laos, vamos a Don Det.
- Ah, bien... ¿pueden sentarse un momento conmigo?, tengo que explicarles algo. El autobus que tenía que recojerles ya ha partido y... bueno... no hay otro hasta mañana.
- Vaya, de nuevo con el mismo rollo... Mira, ese no es nuestro problema amigo, hemos comprado un billete que nos dice que hoy tenemos que estar en Don Det en un par de horas, así que tendrá que solucionarlo porque no queremos pasar la noche aquí salvo que no nos cueste un solo dolar.
- Puessss... tienen dos opciones; quedarse en mi guest house, que son tres dólares, o pagarme otros tres dólares por persona que me cobran por otra minivan que sale dentro de dos horas.
Era la segunda vez que nos encontrábamos en ésta situación y la primera vez no pasamos por el aro aunque hubiera en la furgoneta otros cinco guiris dispuestos a pagar sin rechistar, así que esta vez no iba a ser menos. El tipo no quiso escucharnos, se trata de una estrategia para cobrar un dinero extra, así que se sentó tranquilamente en nuestra cara, se echó un plato de arroz y se puso a comer como si no ocurriese nada. Estábamos cansados y cabreados así que cojí una silla, la arrastré contra el suelo haciendo ruido y me senté a su lado mientras le miraba comer.
- Amigo, ¿que es lo que pasa con mi autobús? - el tipo, sorprendido por mi reacción, de repente cambió de postura, parece que se dió cuenta que con nosotros no iba a ir a ninguna parte, o... igual le asusté (hay que tener en cuenta que le sacaba un par de cabezas) así que en media hora el autobús apareció y continuamos nuestra aventura hacia Laos.
Aquí no había acabado la lucha. En la frontera nos esperaban la policia camboyana y la de Laos. Sentado en la garita de madera se encontraban dos policias, uno vestido de uniforme y el otro con una camiseta de camuflaje y un sello esperando acabar con otra de las páginas de nuestro pasaporte.
- Passport please - nos rogó uno de ellos, quién cojió los pasaportes, los revisó, los selló y los dejó sobre la mesa de la garita sin tener intención de devolverlos.
- Two dolars - Me pidió el corrupto de uniforme.
- ¿Como? No entiendo, ¿hay algún problema?
- Two dolars - insistió - Stamp fee, one dolar each.
- Lo siento, pero no voy a pagar ninguna tasa por ponerme un sello de salida en el pasaporte, tengo tiempo para esperar.
Nos seguían otros tres viajeros anglosajones con cara de pagar, bien blanquitos y jovencitos, los policias nos hubieran dejado pasar antes pero sabían que si nosotros no pagábamos "la tasa de sello" ellos tampoco lo harian, así que tras unos minutos de incertidumbre me llamó por mi nombre y me dijo que me acercara para darme los pasaportes sin llamar la atención, no querían perder el negocio que tenían detrás de nosotros.
El primer paso estaba dado, habíamos pasado el primer control sin pagar, pero nos quedaba la entrada a Laos. Esta vez los policias vestian con uniforme de color verde, uniforme que junto a la cara de mala leche que tenía el funcionario de turno me dió mucho respeto. No hay que olvidar que venimos de España, lugar en el que el uniforme de color verde y la cara de mala leche pueden hacerte pasar un mal rato si el que lo lleva se pone borde.
De nuevo el mismo rollo, tasa de sello y pasaportes esperando a ser sellados.
- Disculpe señor, ¿hay algún problema con la visa?
- No, simplemente tiene que pagarme una tasa de sello de entrada si quiere cruzar a Laos.
Comencé a ponerme nervioso y cabreado, no soporto a los policias corruptos, el problema es que esta vez el tipo no parecia que fuera a ceder.
- Mire, he pagado ya 35$ por la visa y no pienso pagar ni un dolar mas. En la embajada nos dijeron que con estos 35 dólares todo estaba solucionado y que no teníamos que pagar nada más. Es mas, me dijeron que aunque insistieran en la frontera en pedirme mas dinero se trata de algo ilegal y me insistieron en que por favor no aceptase pagar ningún tipo de "tasa extra", así que esto es lo que voy hacer, nos vamos a sentar aquí hasta que nos solucione la entrada al país porque todo está en orden.
Los compañeros del capullo comenzaron a reirse a carcajadas, pensé que la había cagado, que había metido la pata hasta el fondo, me había inventado todo, en la embajada no me dijeron nada en absoluto, pero no fué así, cojió los pasaportes, los selló y sin dirijirme la mirada me los tiró sobre la superficie de madera que nos separaba.
Creo que nos hemos convertido en viajeros expertos, estamos muy orgullosos de tener el valor de plantar cara a policias corruptos. Os aseguro que si esto me hubiera pasado en Camerún o en India, todavía novatos hubieramos pagado sin rechistar.
Espero que este post sirva de consejo a otros viajeros por el sudeste asiático. Nunca hay que aceptar pagar tasas de frontera cuando la visa ha sido emitida.
13:44 |
Llegamos a la region de Rattanakiri, Ban lung el pueblo elegido como base para explorar la zona, recomendado por nuestra amiga Victoire. El trayecto hasta aquí nos mostraba que llegabamos a la zona rural probáblemente mas interesante de todo el país, paisaje selvático, carreteras en construcción y mucho polvo. Por el camino conocimos a quienes se convirtieron durante nuestra estancia en la zona en nuestros compañeros de viaje y amigos, Bernat y Mercé. Con ellos recorrimos aldeas rurales en motocicleta repletas de niños sonrientes asombrados por nuestra presencia, nos bañamos en cascadas en mitad de la selva y en el famoso lago Boeng Yeak Laom. Se trata de un lago natural formado en el crater de un meteorito. Rodeado de jungla, es una circunferencia casi perfecta y el baño resulta muy agradable y divertido pues su profundidad permite el juego de saltos desde el embarcadero. En el lago se reunen jóvenes y mayores que bebian y nos ofrecían, y por supuesto aceptábamos, lo que parece ser un vino local, por cierto bastante malo.
La ruta que hicimos en moto hasta el rio Tat ló, afluente del Mekong, nos dejó de color rojo por el polvo del camino a la ida y a la vuelta mezclado con la lluvia que nos pilló se convirtió en barro en nuestra piel.
Dejamos atrás Camboya, país que en poco mas de 20 dias nos ha ofrecido experiencias muy interesantes, desde los temmplos de Angkor, la noche de Phonm Penh, las playas de Rabbit island hasta las aldeas rurales de Rattanakiri y su entorno de jungla y agua, para dar paso a Laos. País que con los consejos de nuestros amigos Bernat y Mercé seguro que disfrutaremos a lo grande.
Bernat y David bajo las "deliciosas" ratas
Lago Boeng Yeak Laom
¡Al agua!
Dan con niños de la zona
Haciendo amigos por el camino
Cataratas
Dan, Mercé y Bernat bajo la cascada
13:26 |
Tic-tic! tic-tic! tic-tic! Sonaba la alarma de mi falsificación de casio water resistant 100m que me compré en Bangkok. Otro madrugón para pillar el amanecer en Ta Phrom sin turistas, la joya de los templos de Angkor. Por delante mas de 40 km pedaleando... pero esta vez nos encontrábamos con fuerzas después de los días de lujo en Phonm Penh y los de relax y playa en la desierta Rabbit Island.
El madrugón dió sus frutos. El templo mas famoso de Angkor por las impresionantes estampas que dejan las raices de los arboles de la jungla reclamando el terreno perdido ante los humanos y que les pertenece, el templo que el día anterior perdía su encanto debido a los autobuses repletos de coreanos y japoneses con sus sombreros de tela y cámaras de fotos se nos ponía en bandeja para disfrutarlo. Solos con la luz de la mañana, los primeros rayos de sol sobre las raices de la jungla. Volvimos a ser niños, correteando, saltando de piedra en piedra y escalando por las raices de los árboles.
Resultan impresionantes, indescriptibles las sensaciones, te sientes pequeño ante la naturaleza.
Las palabras se nos quedan cortas para transmitiros lo que hemos visto estos días, así que os dejamos un video y unas fotos para que os hagais una idea de la grandeza de los templos de Angkor.
Video de Angkor
13:12 |
Geri nos aconsejó que nos alojáramos en la zona del lago, el area mochilera de la capital camboyana.
- Sir, creo que es mejor que vayan al river side, el lago está vacío - Nos insistió el conductor del taxi.
- Así es mejor, es lo que buscamos, zonas con pocos turistas - Nos explicaron que el año que viene el area del lago se desalojará para dejar paso a un nuevo rascacielos, así que hemos tenido la suerte de poder ser de los últimos viajeros que pisen la zona. La zona del lago tiene un encanto especial, la mayoría de los ghest house descansan literalmente sobre el lago, como si de un pequeño poblado flotante se tratara con terrazas de ambiente hippye y buena música hasta altas horas de la madrugada.
Pero la ciudad nos iba a sorprender de verdad, después del viaje a Myanmar, en el que retrocedimos cincuenta años atrás, descubrimos una hipermoderna, elegante y refinada ciudad en la que se puede disfrutar de una hostelería exquisita. Bares de moda, restaurantes lounge con cocina de autor y de fusión asiática e incluso taperias cuidadísimas en las que por un dolar se podía disfrutar de croquetas de jamón acompañadas por una buena copa de vino francés de calidad. Por supuesto no pudimos resistirnos a salir por la noche a cenar y tomar unas copas, comenzamos en la terraza de un hotel en el que nos tomamos varias cervezas y cocktails que nos sirvieron mientras nos dábamos un chapuzón en el spá. Cuando llegó la noche el local se abarrotó de europeos expatriados y locales que dieron al lugar un ambiente de lo mas agradable.
Nos ha encantado Phonm Penh, después de varios meses de comida y bebida asiática, realmente cansina, noddles y arroz para desayunar, comer y cenar, ha sido todo un placer poder disfrutar de una hostelería que no tiene nada que envidiar a las de las grandes capitales europeas.
Tapas de moda en el mundo
Tapa de croquetas de jamón
Dan tomandose una birrita en el spa de la azotea de un hotel
Nº9 Ghest House
Garito flotante en el lago
Torre de Phonm Penh
13:08 |
Afrontamos nuestro próximo destino entusiasmados, como si acabáramos de emprender nuestra aventura alrededor del mundo. Por fin vamos a cumplir otro de nuestros sueños, visitar los templos en los que se han inspirado tantas películas de aventuras y videojuegos como Tomb Rider y su estrella Lara Croft, los templos absorvidos por la jungla de Angkor. La ciudad en cuyo explendor alcanzó la cifra de un millón de habitantes cuando Londres solo tenía 50000. Disfrutaremos del ocio nocturno de Phonm Penh, cuyos bares y restaurantes se ponen a la altura de los mas interesantes de cualquier ciudad europea. Visitaremos pueblos flotantes a lo largo del rio Mekong, cuya biodiversidad es solo superada por el Amazonas. Nos introduciremos de nuevo en el pasado en nuestra ruta por Laos donde disfrutaremos de naturaleza en estado puro, cascadas y montañas. Por delante otros 40 días antes de poner rumbo a Tokio para desde ahí cojer el vuelo que nos cruzará el Pacífico para aterrizar en centroamérica, la recta final de nuestro viaje.
12:42 |
Myanmar es un pais muy especial. Camerún nos ofreció experiencias, India sensaciones y Myanmar la oportunidad de conocer a sus gentes y retroceder en el tiempo a lo que sería Asia hace 50 años. La sonrisa de la población Myanmar es contagiosa. Cada persona con quien te cruzas, por la calle, en moto o en pick-up te muestra una sonrisa enorme con la que te enseñan hasta la última muela de su boca esperando a que te pares a charlar con ellos unos minutos. Cuando aprendes a saludarles en su idioma, la alegria que les provocas es tal que si les dices algunas palabritas más que hayas aprendido casi se ponen a dar saltos de alegría. Están felices de que hayas venido a su país a visitarles, sin más. No quieren venderte souvenirs, ni que vayas a su restaurante a consumir, de hecho, muchas veces te vas del reencuentro con una bolsa de mangos o tomates que han insistido que te lleves de regalo, y se trata de una decisión unilateral, únicamente quieren compartir contigo unos momentos de tu viaje.
Hablando de monumentos, el país no tiene nada especial exceptuando Bagán, los viajes por carretera son largos e incómodos, pero el país se ha convertido en nuestro favorito de los que hemos visto en el sudeste asiático hasta ahora. Si visitas el país sin saber nada de antemano del regimen político en que los birmanos están obligados a vivir, no podrías averiguarlo de observar a la gente en su vida diaria, ya que hacen sus tareas siempre con la sonrisa sin mostrar rencor por su situación, aunque cuando tengan la oportunidad no dudarán en contarte la situación que viven en su país.
Lo más dificil de una visita a Myanmar, como en muchos de los paises que hemos visitado, es ver a los niños trabajar. Aquí muchos trabajan en los tea shops, sirviendo a los clientes y fregando platos, haciendo las mismas 13 ó 14 horas en pie que sus compañeros adultos. Te rompe el corazón cuando les encuentras en un lugar fuera de su trabajo y te dicen con orgullo que su profesión es camerero y más tarde les encuentras en su tea shop, se acercan, y toman la comanda con la sonrisa birmana siempre presente, ya sean las 5 de la tarde o de la mañana.
Nos fuimos al aeropuerto con pena de dejar este país con la esperanza de que algún día volveremos a visitarlo y que para entonces su gente podrá disfrutar de un pais libre, sin dictaduras y gobernado por su pueblo.
15:00 |
Amanece sobre el rio Thanlwin, a bordo del barco nos mezclamos con los aldeanos que se dirigen hacia la capital del estado, Mawlamyine, nuestro último destino por el pais de los monjes y las pagodas. El paisaje nos recuerda a Tailandia. Cocoteros y montañas puntiagudas que parecen brotar de la nada, la humedad tropical y el exhuberante olor a fruta, no en vano nos encontramos en la península que separa los mares del sur de la china y Andamán, la que comparten Malasia, Tailandia y Myanmar.
Tras cuatro horas de viaje rio abajo observando el quehacer de las gentes a las orillas del Thanlwin, animales refrescandose, mujeres y niños lavándose o mercados flotantes, llegamos a Mawlamyine.
Hemos pasado cuatro dias en la capital del estado de Kayin. Despues de estos cuatro dias en esta ciudad creemos que no es posible encontrar gente mas amable, simpática y acojedora en el mundo. Puede ser la virginidad del país ante el turismo, es dificil de entender como personas sin nada pueden llegar a ofrecer todo lo que tienen a cambio de nada. Hemos pasado los cuatro atardeceres en la ciudad sentados en el pequeño Tea-House familiar situado en un mercado de fruta y verdura acompañados por personas maravillosas. Cada dia hemos vuelto a casa con una bolsa de mangos y samosas que no nos ha sido posible pagar.
El segundo día que pasábamos en la ciudad fuimos invitados a una boda, a la que asistimos sin pensarlo ni un solo instante, por la mañana temprano nos esperaba un coche para llevarnos al lugar de la ceremonia. Otro dia nos topamos por casualidad con un monje que nos llevó hasta su monasterio para conocer a su maestro, con ellos pasamos unas horas charlando mientras nos mostraban entusiasmados su monasterio y nos explicaban los fundamentos del budismo.
Ponemos rumbo a Yangón para cojer nuestro vuelo hacia Phonm Penh, la capital de Camboya y hacer nuestro último recorrido por el fantastico sudeste asiático, los paises del rio Mekong, y los templos absorvidos por la jungla, Camboya y Laos.
En el Tea House de nuestros amigos
Niños del monasterio Monje que nos invitó a su monasterio
14:12 |
Bolas de colores giran sobre el escenario, luces de navidad, de esas que tanto le gustan a mi exjefe, bombillas de color rojo colgando del techo y fluor mucho fluor, de color violaceo. En el escenario un birmano borracho con lungyi y camiseta de tirantes de color blanco con manchas de curry desafina canciones melancólicas con una jarra de cerveza caliente sobre su barriga. Le acompaña un músico con coleta del mismo aspecto con un órgano de ritmos, como los que tocan mis primos de la calle morales mientras hacen subir a la cabra sobre el taburete para que haga equilibrios.
Termina su minuto de gloria, pero la gente no aplaude, no le han echo el menor caso, la esperan a ella. Aparece una jovencita asiática con minifalda y zapatos de madera... de repente los borrachos que abarrotan el bar-karaoke, o "beer garden" como le llaman ellos, disparan sus miradas a las piernas de la jovencita, uno se acerca y le pone un espumillón alrededor del cuello y el resto aplaude. Beben y beben, whisky on the rocks y cerveza, doble strong, de 9,9º. Las escupideras rebosan saliva de color rojo, el ruido del generador se deja oir entre canción y canción, los ventiladores no descansan y el calor es insoportable.
La noche continúa en el ático de un edificio en el "Rock Restaurant", desde arriba se ve el resplandor de la pagoda dorada y las pocas luces que se atreven a brillar en Yangón, la bulliciosa excapital del pais. Es el turno del "fashion show", de nuevo un grupo de jovencitas "exhiben los modelos de un joven diseñador", la música techno suena a todo volumen y las chicas desfilan pero en la sala no hay mujeres a los que vender la ropa, en cambio si compradores de placer... Asia en estado puro.
13:32 |
- Esto es el infierno Dan.
- ¡Que calor! me quemo los pies... déjame a ese lado... cambiamos un rato...
No llevábamos ni dos horas de viaje y ya no podíamos mas, nos había tocado en la parte trasera del autobús, justo sobre el motor del cacharro con ruedas.
Con aire acondicionado decía el billete, y así es pero el calor que emanaba del suelo debido al recalentado motor bajo nuestros pies no permitía sentir ni una sola gota de aire fresco. Los pasajeros desesperados acercabamos la cabeza a las rejillas de ventilación del techo sobre los asientos, como los perritos cuando sacan la cabeza por la ventanilla del coche, pero ni así se podía aliviar el desesperante calor. Tuvimos que viajar de cuclillas sobre el asiento durante 14 horas para no quemarnos los pies, las chanclas de los chinos se derretian sobre el suelo.
Viajar por Myanmar resulta altamente complicado además de duro, desde el superlento tren con asientos de madera sobrecargado de gente y animales hasta los "pick up", furgonetas abiertas con asientos en la parte trasera donde nos metimos mas de 30 personas mas las 10 que ívan en el techo... y eso si tienes suerte porque como te toque en el "middle seat" como llaman a las banquetas improvisadas del pasillo central de cualquier medio de transporte vas de culo... y nunca mejor dicho, teníais que ver la cara de un gringo al que le tocó en el susodicho asiento, ¡las 14 horas sobre la banqueta de plástico derritiendose bajo sus posaderas!
En cualquier caso forma parte del viaje por este pais y es lo que lo hace aun mas interesante y anecdótico si cabe.
Increible Myanmar, fascinante y divertido.
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9:24 |
Cuenta la historia que un rey llamado Anawratha fue convertido al Budismo por Shin Arathan, un monje originario del estado Mon del sur de Myanmar para extender el Budismo por todo el pais. Tan exitosa fué su labor que se convirtió un su pesadilla pues Anawratha se hizo tan ferviente seguidor de Budda que quiso para la capital de su reino, Bagán, todas las escrituras sagradas y reliquias que éste poseía. Por supuesto el rey del estado Mon se negó así que Anawratha envió todas sus tropas a saquear el estado del sur y se apoderó de todo lo que tenía valor para su ciudad.
Su fé se hizo tan fuerte que quiso construir lo que budda se merecía así que rodeado de arquitectos comenzó a construir templos y templos convenciendo a sus sucesores y consiguiendo que en 200 años se construyeran 4446 templos de los cuales, debido al terremoto del año 1975 queden en pié alrededor de 2100.
Llegamos a Bagán después de 12 infernales horas de autobús a mas de 45 grados, con el motor recalentado, únicamente refrigerado por el agua que echaba al motor en cada parada el conductor del cacharro con ruedas. El paisaje árido y polvoriento pedía a gritos un poco de agua para calmar su sed, sed acentuada por nubes negras que amenazaban tromba de agua y que solo dejaron tormenta de arena.
Aventureros nosotros alquilamos unas bicicletas para pasear por el viejo Bagán, ciudad cuyo explendor se alcanzó por el año 1100 y cuyo tamaño es igual a la isla de Manhattan. Maravillados por la belleza del paisaje pedaleamos hasta una de las pagodas a las que se puede acceder a la cima. Solos, en lo alto de la pagoda, Bagán, salpicada de cientos de estructuras puntiagudas de ladrillo se hizo mágica, preciosa de color rojizo ante una de las mas espectaculares puestas de sol que hemos visto hasta ahora, con un enorme sol brillan do en el horizonte sobre el rio Ayeryavadi.
Bagán
Pagoda Sunset
Monje sobre la Pagoda